Orígenes
—Entonces... ¿cómo podemos saber que esto no es un sueño? —se alzó una voz femenina.
Sócrates enmudeció. Las cabezas de la asamblea se orientaron hacia esa voz que, de ninguna manera, podía pertenecer a una mujer. Un niño tal vez. Hasta un esclavo. Pero una mujer...
Sócrates retomó su discurso y preguntó a la asamblea si era posible que las mujeres esbozaran siquiera un pensamiento filosófico.
Se decidió, por unanimidad, que se trataba de un sueño.
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E um vídeo-microconto para amenizar a saudade de Cisne Negro:
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